La gata sobre el tejado de zinc (1958)

Considero, aunque más bien podría usar la segunda persona del plural, a Tennessee Williams uno de los mejores analistas de su tiempo como bien nos demostró en Un tranvía llamado deseo, Baby doll, De repente, el último verano o Piel de serpiente, entre otras. Por lo que la película que hoy os traemos, basada en una obra homónima suya, no se queda atrás.

Dirigida por Richard Brooks, que a lo largo de su carrera acostumbró a adaptar la dramaturgia al séptimo arte como hizo con A sangre fría de Truman Capote –la película no la he visto pero el libro os lo recomiendo fervientemente-, quien realiza un trabajo de dirección titánico que, en ocasiones, rezuma y bebe del tiempo y del espacio teatral pero que consigue que la atmosfera agónica y agobiante traspase la pantalla. Cabe destacar, a modo anecdótico, que el proyecto se encargó en un primer momento a George Cukor pero finalmente no pudo encargarse de él y paso a manos de Brooks.

Fotograma de La gata sobre el tejado de zinc, Paul Newman y Elizabeth Taylor

Una de las cosas que más perpleja me deja es cómo, a lo largo de toda la obra, los personajes van desnudándose, en algunos casos literalmente, de manera casi freudiana. Tras pasar el primer acto en el que nos han presentado a todos ellos, de una forma sutil cada uno va desmembrándose para mostrar quienes son y por qué son así. La verborrea descontrolada del citado primer acto asusta y espanta – a mí me recuerda a las primeras películas de los hermanos Marx- pero es necesaria para introducirte en su atmósfera, en su clima denso y casi palpable.

Brooks se sirve de todo tipo de detalles para mostrarnos no solo lo evidente sino también lo que se esconde de la cámara por lo que hay que estar muy atento a los fuera de campo y, sobre todo, a los espejos.

El sexo, o la ausencia de él, es un protagonista más que hace acto de presencia en esa elipsis que nos conduce al The End donde vemos a un sereno Paul Newman ya reconciliado con su pasado.

Como es una adaptación teatral considero necesario destacar los espacios en los que se desarrolla la obra y, como habréis podido comprobar, son estrictamente tres; 1) La habitación de Brick y Maggie, en el piso superior, un espacio violento y sincero donde se sacan los trapos sucios. 2) El sótano donde se guarda el pasado y se revela la verdad del presente, donde los sentimientos afloran. 3) El piso de abajo junto con el exterior que representan el lugar donde la verdad saldrá a la luz, el lugar donde el hermano mayor de Brick y su esposa intentarán “luchar” por sus intereses de cara a una jugosa herencia, y también donde Brick, en medio de una significativa tormenta, romperá su muleta teniéndose que apoyar en Maggie, sutil metáfora de lo que sucederá más tarde.

Fotograma La gata sobre el tejado de zinc

Para terminar os dejo un dato que considero interesante y revelador y es que la mentira del embarazo de Maggie se trata de diferente manera. En el libro Brick es violado literalmente por su esposa para poder quedarse embarazada –aguanta Pamela, no hables del machismo, sé fuerte-. En la película, ella miente a su suegro diciendo que va a tener un bebé, y Brick, en una explosión de rebeldía, y sobre todo de comprensión hacia su progenitor —quien al borde de la muerte es capaz de redimirse—, sabiendo por primera vez lo que quiere, decide apoyar la mentira de Maggie entrando con ella en la habitación donde les espera la cama de matrimonio, el lugar donde las parejas sufren, y también se reconcilian.

QUÉ OBRA DE ARTE.

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